sábado, 30 de agosto de 2008

Retrato romano: Evolución





Evolución del retrato romano

Posiblemente, el retrato es el género escultórico preferido en Roma. Su origen está vinculado con una práctica funeraria lo que provocará su aspecto profundamente realista ya que los patricios tenían la costumbre de hacer mascarillas de cera de sus difuntos para conservarlas en los atrios de sus hogares.
Los etruscos ya realizaron retratos cargados de fuerza y realismo como el famoso Arringatore.
El retrato en época republicana se debe, en su mayoría, a artistas griegos. Aun así, se interesa por la personalidad grave y sería de los modelos, aportando energía y decisión a las estatuas.
Entre los primeros retratos imperiales destacan los de Augusto, bien como pontifex maximus o en calidad de cónsul cum imperium, pero siempre interesándose el artista por el realismo del modelo. De esta manera, el cabello liso y caído en mechones sobre la frente se convierte en moda hasta época de Trajano, en los inicios del siglo II.
La barba empezará a generalizarse en época de Adriano, aumentando considerablemente de tamaño en la segunda mitad del siglo II, al tiempo que el cabello se hace más rizado y voluminoso como se observa en los retratos de Marco Aurelio o Caracalla.
En la segunda mitad del siglo III se intensifica la expresión del rostro a través de un modelado seco y duro, como se pone de manifiesto en los retratos de Constantino.
En cuanto al retrato femenino, de época republicana se conservan escasos ejemplares, destacando el busto de Clitia que el artista nos presenta surgiendo del cáliz de una flor.
En época de Augusto, las mujeres presentan un peinado bajo, con raya en el centro y ondulado en los lados, como observamos en el de Agripina.
Bajo los Flavios, en el último tercio del siglo I, el peinado femenino se transforma gracias a Julia, la hija de Tito, que impone un cabello rizado, a modo de nimbo alrededor de la parte superior del rostro.
A mediados del siglo II se produce un nuevo cambio ya que el peinado baja de nuevo y se recoge en la nuca gracias a un moño. El peinado bajo continuará descendiendo a la largo de la centuria siguiente.

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